miércoles, 19 de enero de 2011

Beatificación

Un beato es un difunto que mediante el proceso de beatificación ha sido nombrado así por el Papa en nombre de la Iglesia católica. El beato puede ser venerado en público en una región determinada, generalmente la región que pidió su beatificación. El término beato significa literalmente feliz (del latín beatus), o bienaventurado en sentido más amplio, aludiendo a la creencia de que esa persona está ya gozando del paraíso. La consideración de beato constituye el tercer paso en el camino de la canonización. El primero es Siervo de Dios, el segundo venerable, el tercero beato y el cuarto santo. Vulgarmente, también se conoce como beato a la persona muy apegada a las ceremonias religiosas.




El proceso de beatificación declara que un difunto ha vivido una vida de santidad, y ha realizado uno o varios milagros después de su muerte o martirio. Este proceso comienza cuando el obispo de la región donde nació, vivió o murió el candidato presenta su caso a la Santa Sede. Este informe consiste en una biografía completa, y un resumen de evidencias del milagro atribuido al mismo. El caso es evaluado por un grupo de expertos en ciencias (católicos y no católicos) y teólogos. Si el caso es aprobado el candidato es declarado beato.




Para la beatificación de un mártir es suficiente la declaración oficial de su martirio por parte de la Iglesia, por ello no se requiere ni el proceso de virtudes heroicas ni tampoco el milagro, que, en cambio, se exige para la canonización.

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